LOS ANÁLISIS FOLIARES
La técnica más extendida a la hora de diagnosticar el estado nutricional de un cultivo es la hoja. Se aplica a todo tipo de cultivos, tanto hortícolas, como leñosos y por supuesto en el olivar. Los datos que nos aporta un análisis foliar es una herramienta muy útil para el productor o el técnico que tiene que tomar una decisión sobre los tratamientos que debe hacer en el cultivo. Un análisis de hoja o análisis foliar, lo que pretende es determinar el contenido de nutrientes presentes en la hoja y a partir de ahí valorar cual es el estado nutricional del cultivo, determinando las desviaciones del estado adecuado (carencias, excesos, toxicidades, antagonismos, etc), para a partir de ahí centrar el esfuerzo y la economía en aquellos tratamientos que sean realmente necesarios. Tanto económica, como nutricional y medioambientalmente es ventajoso.
¿Por qué utilizar la hoja? El análisis foliar se fundamenta en el hecho de que la hoja es un órgano metabólicamente muy activo, por lo que las alteraciones nutricionales de las plantas se ven reflejadas en ella, aunque también en otros órganos o materiales vegetales.
El análisis de hojas que hacemos en julio debe considerarse como una forma de valorar si el tratamiento que se ha venido realizando hasta la fecha del muestreo, es el adecuado o si es necesario hacer algunas correcciones a posteriori.
Los trabajos para poner a punto toda la metodología necesaria para poder utilizar la hoja como material de diagnóstico son bastante antiguos. En el año 1948 en la Escuela Nacional Superior de Agronomía, en Montpellier, ya realizaron una serie de trabajos encaminados a determinar si la hoja de olivo podía ser útil para el diagnóstico. En estos primeros trabajos se llegaron a una serie de conclusiones, entre ellas que es preciso diferenciar las hojas de cada año porque las más jóvenes presentan contenidos mayores en algunos elementos. En la misma línea, Ortega Nieto (1964) encontró diferencias en el contenido de potasio en hoja en función de la posición de estas en el árbol y de la cosecha, de modo que para muestras tomadas en el mes de agosto, aquellas que procedían de las partes más sombreadas (orientación norte y parte baja del árbol) presentaban un contenido de potasio más bajo que para el resto de orientaciones y de las partes medias y altas del árbol.
Todos estos trabajos, más los desarrollados por Chapman (1966), Childers (1966) y Beutel (1983), así como varios de Fernández Escobar, más recientemente, dieron como resultado un protocolo para la toma de muestras de hojas en olivo, así como unos valores de referencia, que son los que nos permiten actualmente interpretar los resultados de los análisis de este material.
A través de los mencionados trabajos de investigación se fueron obteniendo aquellos niveles de los diferente nutrientes para condiciones no limitantes, es decir, cuando las plantas no están sometidas a ningún tipo de estrés, ya sea por falta de nutrientes o por falta de agua por ejemplo, es decir que vegetan en condiciones óptimas y no hay caídas de producción.
También en base a ensayos en los que se aplican nutriciones deficientes o en exceso de un determinado elemento, se ajustan en estas condiciones, finalmente, los niveles deficientes, adecuados, en exceso o tóxicos.
En la tabla siguiente podemos ver los niveles o intervalos para los diferentes nutrientes que se admiten actualmente como deficientes, adecuados y tóxicos en olivo y para muestras recogidas en julio.
Interpretación de los niveles de nutrientes en hojas de olivo recogidas en julio, expresados en materia seca (Fernández-Escobar, 2004). Elaborados a partir de datos recopilados en Chapman (1966), Childers (1966) y Beutel et al. (1983).
Hay una cuestión que resulta crítica para que los resultados que obtenemos en el laboratorio sean realmente útiles y es que resulta necesario que el protocolo que seguimos para tomar las muestras reproduzcan los protocolos establecidos por los investigadores a la hora de fijar los valores de referencia, para que los valores y conclusiones que ellos obtuvieron sean aplicables a nuestros resultados.
A tener en cuenta:
-Es muy importante que la muestra que tomemos sea representativa de aquella área de cultivo sobre la que tendremos que tomar decisiones para sus tratamientos. Mezclar parcelas por ahorrarnos muestras no tiene sentido porque los resultados nos llevarían a unas conclusiones que no son reales para ninguna de las parcelas que se debían muestrear.
-Es esencial seguir el protocolo que se indica en cuanto al tipo de hoja que hay que recoger porque las hojas en función de su edad tienen un comportamiento diferente, al tener diferentes necesidades, actuando en unos casos como despensa y en otros como sumideros.
Es el caso de las hojas jóvenes que extraen nutrientes de las hojas viejas y que llegan a alcanzar valores de algunos de estos nutrientes muy por encima de los encontrados en las hojas adultas. Es fácil comprender que si al recoger las muestras no tenemos en cuenta esta cuestión se distorsionaran los resultados y las conclusiones no serán válidas.
-El momento de muestreo es también muy importante y nos puede ayudar a convencernos la gráfica que se puede ver a continuación que confirma el movimiento que el potasio, por ejemplo, sufren en las hojas a lo largo de un año de vida, por lo que es fácil comprender que no da igual coger las muestras en julio que en enero.
Curva de evolución de la concentración de potasio en hoja de olivo. Media (%)±DS. Cada punto corresponde a los niveles del elemento comenzando por el periodo de la segunda quincena de mayo-primera de junio. (Nieto et al., 2017).
-Deben estar representadas todas las orientaciones del árbol, porque como ya hemos mencionado más arriba en trabajos de Ortega Nieto, hace ya muchos años, se comprobó que la orientación influía en el contenido de potasio en hoja, por lo que la razón para seguir el protocolo de toma de muestras está más que justificado.
-Es recomendable que las muestras de hojas se laven al llegar al laboratorio, por lo que deberemos asegurarnos que el laboratorio en el que llevamos nuestras muestras lo hagan o de lo contrario los restos de tratamientos no asimilados o la tierra depositada en las hojas alteraran los resultados.
El protocolo detallado para la toma de muestras de hojas pueden consultarlo en esta misma web de Olivarum.
Los análisis de hojas poseen indudables ventajas:
-Son rápidos.
-Verifica síntomas de deficiencias nutricionales.
-Permite identificar deficiencias asintomáticas (“hambre oculta”).
-Permite conocer concentraciones deficientes, adecuadas y en exceso de los principales
nutrientes.
-Indica interacciones entre nutrientes.
-Evalúa el manejo nutricional del cultivo. Para algunos autores estos valores marcan la
diferencia entre la necesidad de abonar o no hacerlo.
-Determina la efectividad de un abonado.
Pero tiene algunas limitaciones:
-Se necesitan valores de referencia para cada especie y variedad (no siempre hay disponibles).
-Puede no ser apto para evaluar ciertos elementos como es el hierro.
Hemos mencionado y nos hemos extendido en el análisis foliar y el diagnostico a través de valores de referencia, por ser el más ampliamente utilizado a día de hoy en olivar, pero a lo largo de los años se han desarrollado y se vienen desarrollando otras forma de diagnóstico y también a partir de otros materiales. Así se ha tratado de evaluar el estado nutricional a través del análisis de las flores, de los extractos de los tejidos, de la savia, etc. Fundación Caja Rural de Jaén, a través de Olivarum, participa en un proyecto que está trabajando en protocolizar la savia de olivo como medio para el diagnóstico del estado nutricional. En la página web: http://saviaolivar.eu/, están disponibles los resultados de los trabajos que se han realizado con este material.
Por otra parte, el diagnóstico en sí del estado nutricional puede realizarse por otros sistemas diferentes al que hemos venido comentando de los valores de referencia. Estos requerirían cálculos adicionales a partir de los valores de nutrientes encontrado en las hojas. Entre estos sistemas tenemos la Desviación del Óptimo Porcentual (DOP) o los valores DRIS (Diagnosis and Recommendation Integrated System), el Balance Nutriente Evolutivo (BNE) o el CND (Compositional Nutrient Diagnosis).
LECTURAS RECOMENDADAS:
-EL CULTIVO DEL OLIVO. Barranco, D.; Fernández Escobar, R.; Rallo, L. Coedición Junta de
Andalucía y Ediciones Mundi-Prensa.
-FERTIRRIGACIÓN. CULTIVOS HORTÍCOLAS, FRUTALES Y ORNAMENTALES. Cadahías,
C. Ediciones Mundi-Prensa.