La demanda de aceites de oliva es una magnitud estable con pendiente creciente, pero poco pronunciada, que está sujeta a producciones inestables, por motivos especialmente climatológicos, ya que, como hemos visto, el 70 por ciento del total de la actividad olivícola se desempeña en secano, y cada campaña enlaza con la siguiente con un stock que concilia demanda y oferta, y estabiliza la tendencia de precios.

En el planeta están cubiertas de olivos 11,6 millones de hectáreas, de estas, el 70 por ciento son de secano, es decir, se cultivan con el soporte del agua de la lluvia, mientras que el restante 30 por ciento son de regadío, por lo tanto, ostentan una dotación adicional de agua para el normal desempeño de su explotación, por lo tanto, la mayor parte del olivar del planeta requiere agua necesariamente para producir aceituna.

Desde la campaña 2018/19 se ha producido una caída acumulada en la producción por razones climatológicas de más del 23 por ciento en valor absoluto acumulado, mientras que la demanda se ha mantenido intacta, lo que ha mermado de forma casi plena el stock de enlace, lo cual, unido a las expectativas de escasez de la próxima campaña, ha provocado un desequilibrio entre demanda potencial y oferta, cuyo único modo de solventarlo es mediante la cotización en el mercado, una apreciación eliminaría demanda potencial, equiparando oferta y consumo.

Por lo tanto, lo que está sucediendo es fruto de la simple conjugación entre oferta y demanda en un mercado que sufre una crisis productiva.

¿Qué ha contribuido a la subida de precios?

Son dos los factores que han contribuido a la subida, por un lado, la falta de precipitaciones, y adversa climatología en momentos puntuales e importantes, que han lastrado la producción de forma consecutiva, y acumulada, a la vez que han puesto en peligro la campaña venidera, limitando aún más la oferta, haciéndola coincidir casi, de forma plena, con la producción, por la ausencia técnica de enlace, cuyo efecto fundamental es catalizar la estabilidad de precios en el sector. Por otro lado, del mismo modo, ha habido una nueva incidencia, y es el comportamiento del consumidor, que aun multiplicándose los precios por más de tres, ha seguido siendo fiel en el consumo del producto, con una peculiaridad, ha optado por una reducción de su generosidad a la hora de usar el producto, es decir, sigue consumiendo, pero de forma menos copiosa, y lo adquiere en formatos más reducidos, aunque de forma reciente, por el efecto acopio debido a potenciales incrementos de precios futuros, ha acaparado aceites de oliva tratando de evitar tales apreciaciones futuras en las distintas categorías.

¿Hasta cuándo seguirán estos precios?

Los mismos elementos que han provocado dicha situación serían los que podrían revertirla, por un lado, una mejora climatológica optimizaría la situación del olivar mundial, pero no la producción de la futura campaña, con lo cual, dicha mejora afectaría a campañas posteriores a la siguiente, y ulteriores, e incluso, si las precipitaciones se producen durante el momento de la recolección, dichas lluvias podrían ejercer en el corto plazo, una mayor presión sobre las cotizaciones, provocando comportamientos de dientes de sierra, por la falta de disponibilidad de aceites, reduciendo del mismo modo la calidad de los mismos; luego hemos de estar muy atentos a dicha situación.

Con respecto al potencial deterioro del consumo, este en el corto plazo tampoco afectará a las cotizaciones, pues el desequilibrio mundial para esta campaña entre oferta y demanda de aceites de oliva, podría superar las 500 mil toneladas, con lo cual, existe más que suficiente recorrido hasta que el deterioro de consumo se equipare con dicha cuantía de desabastecimiento parcial de demanda.

Por lo tanto, salvo circunstancias de carácter excepcional y extraordinario, la evolución de los precios en los aceites de oliva, será muy similar a la actual, incluso con subidas, cuya pendiente de incremento resulta difícil de prever, y con puntuales altibajos, sobre todo provocados por el potencial comportamiento climatológico durante la campaña, y la entrada en producción de los diferentes países y el modo y forma en que estos en el corto plazo consiga dotar a la demanda, todo ello hasta el próximo mes de abril o mayo, momento en el cual se podría vislumbrar que acaecería la campaña siguiente, y cuál podría ser la potencial relación entre oferta y demanda de aceites de oliva.

Juan Vilar.