Durante mucho tiempo hemos considerado que la mosca del olivo (Bactrocera oleae), posiblemente la principal plaga del olivar andaluz, realizaba movimientos de invasión de los cultivos y en cada comarca se afirmaba de donde procedían los ataques cada año, por lo cual la estrategia de control siempre se ha basado en la contención del ataque, con resultados aceptables aunque no siempre.
Hoy sabemos, gracias a varias investigaciones realizadas por distintos equipos científicos en diferentes años y lugares, que la mosca del olivo es la especie de su género que menos se mueve, con una distancia media en condiciones normales de clima y cosecha, que no llega al centenar de metros, es decir, que la mosca del olivo nace, vive y muere en la finca. Por lo tanto, la población que hay previa al momento en que el fruto es susceptible de ser atacado, es una continuación directa de la que había en la finca antes del invierno anterior.
Esta circunstancia, unida a la gran población que existe hoy en día en muchas comarcas olivareras, fruto de los altos niveles de ataque con los que concluyó la campaña anterior, hace necesario considerar una estrategia diferente de control de la mosca del olivo, que se propone a continuación.
Para hacer frente a la mosca del olivo hay que apoyarse en dos pilares, la reducción de la población y el control del ataque.
– Reducción de la población.
Se basa en la realidad de que la mosca del olivo no viene a nuestra finca desde otros lugares, sino que vive en ella todo el año. Por tanto, cuando se termina una campaña con un ataque alto, hay que tener en cuenta que partimos de una población muy alta en nuestro cultivo y es muy escaso el margen de maniobra que tiene al agricultor cuando se supera el umbral de decisión en estas circunstancias.
Para bajar la población de mosca hay medidas culturales y trampeo masivo. Entre las primeras la más efectiva es dar una labor bajo el árbol en pleno invierno (en aquellas situaciones en que pueda hacerse), cuando la población está en forma de pupa en el suelo. También es efectivo adelantar la recolección y una gestión adecuada del abonado nitrogenado y del riego en verano.
En relación al trampeo masivo, es muy efectivo con los modelos de trampas registrados en la actualidad, siendo más idóneo ponerlas a partir de mayo.
– Control del ataque.
Si se lleva a cabo una buena reducción de la población con toda seguridad disminuirán los ataques en número e intensidad y es posible que no sea necesario realizar un control de ataque porque no lleguen a superarse los umbrales de decisión.
Es necesario hacer un seguimiento de la población según el procedimiento descrito en el manual de gestión integrada de plagas para el cultivo del olivo, publicado por el Ministerio de Agricultura y a disposición gratuita en su página web. En dicha publicación también se encuentran los umbrales de decisión, que indican la necesidad de realizar tratamientos fitosanitarios cuando son superados.
Es importante la disciplina en la aplicación de estos tratamientos y la prontitud de los mismos. Puesto que el movimiento de la mosca es muy limitado, es un error no tratar porque el vecino no lo haga.
Para el control del ataque existen diferentes procedimientos:
– Ocultar la aceituna a la mosca, con el caolín. Cuando la población de adultos está en su pico y las hembras a punto de iniciar la puesta. Válido para agricultura ecológica.
– Tratamientos adulticidas, con la población en las mismas circunstancias del punto anterior, con tratamientos terrestres totales o tratamientos cebo, dependiendo de cada formulado. Hay opciones aptas para agricultura ecológica.
– Tratamientos larvicidas, cuando ya hay picada, con insecticidas sistémicos. No hay opciones para agricultura ecológica.
En cualquier caso hay que tener cuidado con los plazos de seguridad y tener presente la posibilidad de que aparezcan residuos por debajo de sus respectivos límites legales, dependiendo de cada materia activa.
Para concluir, al día de hoy hay suficientes métodos de control a disposición del agricultor para poder combatir la mosca del olivo, pero hay que variar la estrategia.
Manuel Ruiz Torres
Laboratorio de Producción y Sanidad Vegetal de Jaén