Victorino Vega, Javier Hidalgo, Juan Carlos Hidalgo
Centro IFAPA “Alameda del Obispo”. Córdoba
Cada vez con más frecuencia los olivareros sufren los efectos de la falta de precipitaciones que aporten el agua necesaria para la consecución de una buena cosecha de aceituna. Se acepta que cuando estas precipitaciones son inferiores a las normales durante mas de dos años entramos en lo que conocemos como un periodo de sequía, tanto más intenso cuanto mas nos alejamos del valor “normal”. Es un acontecimiento natural que se produce de manera periódica y, al menos hasta el dia de hoy, es impredecible.
Son numerosas las reseñas históricas en las que se describen sequías hasta nuestros dias. En los referentes mas antiguos generalmente asociadas a hambrunas y en las que aparece a menudo el olivo. Las rogativas “pro pluvia” recogidas en los archivos eclesiásticos son numerosas desde los primeros siglos del cristianismo en nuestro país.Dignas de reseñar son las que hacen referencia a la sequia ocurrida en 1567 y 1568 en la región catalana que provocó un aumento espectacular del precio del aceite de oliva pasando de los 380 a los mas de 530 maravedíes/arroba y la que aconteció en 1616 que hizo descender un 90% la cosecha media y fue objeto de numerosas rogativas a la Virgen del Prado en Ciudad Real. La inexistencia de datos en las épocas más antiguas hasta el S. XIX donde aparecen los primeros registros de precipitaciones en enero de 1805 (Real Observatorio Astronómico de San Fernando (Cádiz)) hace necesario el estudio del clima de manera indirecta mediante otras técnicas entre las que se encuentra la dendroclimatología basada en el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles.
En la actualidad se elaboran índices de sequía mediante los cuales se puede evaluar la severidad de la mismas. El más utilizado es el que conocemos como Indice de precipitacion-evapotranspiración estandarizado (SPEI). La gráfica 1 muestra los valores de este índice para Úbeda hasta julio-2022 (Monitor de sequía. CSIC) donde se pueden observar los periodos de sequia ocurridos con su duración e intensidad.
La gráfica 2 presenta las producciones de aceite en España desde la campaña 1970/71 a la 2021/22. Ambas gráficas ponen de manifiesto la estrecha relación entre los registros climáticos y las producciones de aceite. El gran reto pendiente está en poder inferir qué valores tomará este índice a futuro y de esta forma facilitar los medios y recursos, sobre todo hídricos, para que los efectos de la sequía sean lo mas reducidos posibles sobre la producción.
En la fecha en la que se escribe este artículo, 8 de septiembre de 2022, aún no han aparecido las lluvias por lo que de continuar sin ellas la cosecha se va a afectar de manera muy significativa. No se olvide que a partir de estas fechas es cuando se produce el gran desarrollo y acumulación de aceite en el fruto.
Como se ha comentado se han descrito a lo largo de la historia multitud de periodos de sequía, pero no se hace referencia alguna a perdidas de plantaciones. La explicación puede estar en que a lo largo de su evolución el olivo ha desarrollado una serie de mecanismos adaptativos a nivel anatómico y fisiológico que le hacen muy tolerante a las condiciones extremas de sequía. Cuenta con un sistema radicular eficiente que le hace aprovechar cualquier evento de lluvia por pequeño que este sea, además de un mecanismo que le permite suministrar agua de unos puntos a otros manteniendo activas las raices en aquellas zonas del suelo muy secas. Los conductos de transporte de agua desde la raiz a la hoja (xilema) son rígidos, finos y estan comunicados lo que les hace poder mantener un flujo continuo de agua en condiciones muy extremas de baja humedad en el suelo y una alta demanda de agua por la atmosfera (evapotranspiración). Además las hojas tienen capacidad para girarse y modificar la cantidad de radiación que interceptan y cuentan con un número reducido de estomas ( estructuras donde sale el agua de la hoja a la atmósfera), situados sólo en la parte inferior de las mismas (envés), muy bien protegidos por tricomas (pelos) y con una capacidad de regulación extraordinaria para mantener niveles de actividad fotosintética (fabricación asimilados) en condiciones extremas haciendo al olivo mucho más eficiente en el uso de agua que otros cultivos. Además es capaz de recuperarse rápidamente despues de estar sometido a condiciones muy desfavorables de estrés hídrico a finales del verano recuperando su plena capacidad fotosintética rápidamente (algunas horas hasta 3-4 días).
Como decíamos anteriormente, el olivo se ha cultivado tradicionalmente en condiciones de secano pero su excelente respuesta productiva a las aportaciones de agua por pequeñas que éstas sean, gracias a las adaptaciones comentadas, le ha convertido en el gran cultivo de riego en la cuenca mediterránea y sobre todo en Andalucía. Desde los inicios del riego por goteo en Israel a mediados del siglo pasado hasta la fecha se ha desarrollado e incorporado una amplia gama de materiales y equipos. La aparición de los emisores de tipo autocompensante ha permitido acometer obras de ingeniería de puesta en riego de olivares en las mas diversas topografías con unos niveles de uniformidad en la aplicación del agua excepcionales.
La conjunción de esta excelente respuesta al riego del olivo, la disponibilidad de tecnologías del riego asegurando una buena distribución del agua en terrenos con topografías muy extremas y el periodo de sequía 1992-1995 fueron la base para la gran expansión del regadio del olivar, sobre todo en la provincia de Jaén en los años 90. En la actualidad el olivar de riego representa cerca del 60 % de la superficie de riego en nuestra región y dispone del 30% de recursos hídricos.
La escasez de información en esas fechas sobre la respuesta al riego del olivar, puso en marcha varios trabajos de investigación y experimentación para dar una respuesta al mas corto plazo posible a los olivareros. Se desarrolló una metodología básica para el cálculo de los coeficientes de cultivo como herramienta básica para la programación del riego en el olivar por parte de investigadores del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba (IAS-CSIC). El equipo liderado por Miguel Pastor del hoy IFAPA, inició el primer ensayo en la finca Los Robledos en Santisteban del Puerto en la comarca del Condado y posteriormente con el apoyo económico, material y humano prestado por Caja Rural de Jaén, Asaja-Jaén, Junta Central de Regantes de Jaén, Comunidades de regantes y propietarios olivareros lo complementó con otros dos más en las fincas La Loma en Jódar y Pichilín en Úbeda. Estos aportaron una información muy valiosa sobre la respuesta del olivo cuando recibe aportaciones constantes de agua en dos épocas (abril-octubre – riego de verano) u otoño-invierno (mediados de septiembre-mediados de abril – riego de invierno) complementarias a la lluvia pero que no son suficientes para satisfacer estas necesidades máximas y el árbol entra en un estado de estrés hídrico. Este tipo de estrategias, mejoraron la producción respecto al secano de manera muy significativa aunque no llegaron a igualar a aquella que recibía aportaciones de agua para cubrir las necesidades máximas y por tanto conseguir la máxima producción. Este tipo de estrategias, conocidas como riegos deficitarios sostenidos (RDS) , son las más ampliamente usadas por los olivareros. La Gráfica 3 muestra las producciones medias de aceite en las fincas antes mencionadas. Para dotaciones de 1500 m3/ha en olivar tradicional y 2500 m3/ha para el intensivo las producciones fueron entre un 60% y un 100% superiores respecto al secano. Estos porcentejes se redujeron a un 25-40% los años lluviosos y se aumentaron a un 500% los años secos (Gráfica 4). Estas disminuciones de producción son debidas a una reducción del número, rendimiento graso y tamaño de las aceitunas.
Gráfica 3: Producciones medias en los ensayos Los Robledos, La Loma y Pichilín.
Gráfica 4: Aumentos relativos de producción del riego respecto al secano con relación a la pluviometría.
El empleo de otras estrategias de riego conocidas como riegos deficitarios controlados (RDC) en las que los aportes de agua son diferentes en distintas fechas función de la sensibilidad del olivo al estrés hídrico han sido evaluadas y comparadas con respecto a las anteriores (RDS). En estas el olivo recibe los mayores aportes a mediados finales de primavera cubriendo el periodo de floración y cuajado de frutos y en otoño el de desarrollo final del fruto y formación de aceite. Esta estrategia a demostrado mejorar la productividad del agua de riego en un 50% respecto a las anteriores (RDS) (Gráfica 5).
Gráfica 5: Productivad del agua de riego (%). Tratamiento 750 m3/ha RDS (Índice 100)