Lola Peña Bellido- Directora del Laboratorio de Olivarum
Han sido tantos y tan graves los acontecimientos que hemos vivido desde que se dio por finalizada la campaña de recogida de aceituna 21/22 que parece que han pasado ya meses y solo han sido unos días, los justos para recopilar información y analizar algunos datos que nos permitan tomar un poco de perspectiva y hacer comparación con pasadas campañas.
Hay que señalar que en esta campaña finalmente se han cumplido las previsiones de aforo adelantadas por el Ministerio y la Junta de Andalucía en torno a las 1.450.000 toneladas de aceite de oliva si bien al inicio de la campaña se llegó a pensar que habría que rebajar esta estimación porque se observó menos fruto en el árbol y meno kilos de aceituna recogidos, sin embargo el mayor rendimiento graso obtenido, en torno a un 12 % más ha salvado las previsiones iniciales.
Como se aprecia en el gráfico la riqueza grasa total esta campaña ha sido más alta que la campaña pasada e incluso mayor que la media de las pasadas cuatro campañas, acompañada por una menor humedad por la actual situación de sequía.
En el siguiente gráfico se aprecia cómo se acentúa la diferencia en la humedad de las muestras analizadas aumentando el porcentaje de riqueza grasa sobre seco, más alta que en la campaña pasada desde el principio y más acentuada al avanzar rápidamente la maduración desde la primera quincena de noviembre.
La ausencia de lluvias durante la campaña, aunque siendo tan prolongadas son ya una calamidad para el campo, han propiciado una recogida rápida que las almazaras han absorbido con solvencia obteniendo como resultado una calidad media más alta que la pasada campaña.
En el siguiente gráfico se observa lo acentuada que ha sido la ausencia de lluvias esta campaña con respecto a la media de los últimos 25 años especialmente pronunciada en los meses de enero y febrero.
Esta campaña hemos tenido un inicio de recogida adelantado con respecto a otras campañas con una maduración del fruto muy adelantada, aunque se trata de una tendencia que se viene repitiendo desde hace ya varios años debido a la creciente implicación e interés de los agricultores en la calidad del aceite obtenido que poco a poco se va reflejando en un mayor precio obtenido por su aceituna.
Otro factor que se repite es la escasez de mano de obra lo que obliga a acelerar los cambios necesarios en la explotación olivarera para adaptarla a una mecanización en los olivares donde sea posible si bien puede favorecer una recogida rápida y cuidadosa con el fruto que incremente la calidad media del aceite obtenido.
Como conclusión, por encima de las diferentes características con que se presenta cada campaña se pueden observar tendencias positivas entre las que destaca la recolección temprana, la creciente mecanización de campo, automatización de las fábricas, incluso la ausencia de lluvias, ya que si el cambio climático se mantiene puede volverse recurrente.
No podemos acabar este resumen sin fijarnos en el aumento de precios de fertilizantes y tratamientos para el olivo, de los combustibles y de la energía en general que incrementan mucho el coste de mantenimiento de la explotación olivarera y la industria oleícola, estando siempre pendientes de que el consumo del aceite de oliva no caiga ante la subida generalizada de precios en productos de alimentación que puede afectar también a nuestro aceite disminuyendo el consumo.