Del total de olivar que cubre el planeta 11,5 millones de hectáreas, 7,2 son de secano, mientras que el resto 4,3 se explotan a través de cultivo de riego, de estas, el 29 por ciento serían olivar tradicional, 51 por ciento olivar intensivo, y por último, el restante 20 por ciento, es decir, 854 mil hectáreas, olivar en seto.

Por otro lado, el volumen de negocio que genera el sector de elaboración de aceite de oliva en el planeta oscila de entre 12 mil y 15 mil millones de euros, más del 50 por ciento de dicho volumen es generado por el olivar de riego, mientras que este tan solo supone el 37 por ciento del total de superficie, lo mismo sucede con la población que la olivicultura internacional fija al territorio, de los casi 29 millones de personas que profesionalmente están en el planeta vinculados al sector, más del 50 por ciento, lo están gracias al olivar irrigado, por lo tanto, de forma más concreta, y sintetizando, el olivar cuya explotación se desempeña asistida por regadío, genera unos ingresos por hectárea, de casi el doble, de media en el planeta, que el olivar cultivado en régimen de secano, y además ratifica la hipótesis de que la fijación poblacional viene dada por la influencia de la generación de renta y riqueza, asentando el olivar de riego, el triple de población, que si lo comparamos con el olivar de secano. También se ha visto que la fijación poblacional está más ligada a la producción de fruto, mientras que el volumen de negocio se vincula, en cierta medida, más a la obtención de aceite.

Por lo tanto es vital la optimización de un recurso tan preciado como es el agua, siendo vital, no solo la generación de infraestructuras necesarias para poder disponer de mayor volumen, sino, además dotar al profesional de la olivicultura de la más innovadora tecnología que le permita la optimización de un bien tan preciado como es el líquido elemento.

Se ha de recordar que España, como país, tan solo retiene el 47 por ciento del agua de lluvia que recibe, luego, no solo se ha de optimizar el uso y reparto del agua, también se podría dotar una mayor cuantía de fondos a la creación de infraestructuras hidráulicas, consiguiendo una mayor cuantía, captación, y acumulación de agua de las precipitaciones, dotando a nuestra agricultura de mayor competitividad, eficiencia y sostenibilidad.  

Juan Vilar – Consultor Estratégico