Nuestra juventud está en los mejores momentos de la historia para avanzar, esto siempre ha sido así, el viejo dicho de que cualquier época pasada fue mejor ya no tiene eco en nuestra sociedad. Los jóvenes son depositarios de un conocimiento común, que jamás antes hemos vivido. Los padres nos encontramos ante la tarea siempre difícil de educar y de prepararlos para una sociedad caracterizada por los cambios que se producen a una velocidad para la que no estamos preparados.

El modelo educativo en el que crece nuestra juventud sigue anclado en el  siglo XIX, actualizándose solamente en las denominaciones; se trabajaba en pizarra y ahora es “pizarra digital”, antes se formaban equipos, ahora grupos colaborativos…

La creatividad, la madurez emocional, la proactividad son áreas muy poco tratadas en nuestro sistema educativo que sitúa como centro del aprendizaje las materias y la evaluación (como antaño situaba al profesor como centro del acto educativo).

Las principales aportaciones a la tecnología didáctica vienen de propuestas en las que el trabajo por proyectos, la colaboración, el uso de distintas disciplinas para completar una tarea están floreciendo en algunas instituciones (normalmente de carácter privado) y de difícil aplicación al menos por el momento en nuestro sistema educativo público.

Una de las herramientas con las que contamos los padres para que nuestros hijos vayan formándose en la realidad que les toca vivir es favorecer el  uso del tiempo de ocio como acto educativo no formal.

Propuestas como las que realizan algunas escuelas deportivas, clubes culturales y asociaciones están aportando la innovación y la plasticidad que un currículum formal no tiene.

Una chica o chico que acude a una escuela deportiva, tiene acceso a un tipo de formación (por regla general), que no se trabaja en los colegios ni en los institutos. Se busca un objetivo común, desde la aportación individual con la mirada siempre puesta en el equipo, con el respeto hacia los valores que el deporte en general aporta (constancia, superación, respeto, solidaridad…) y con las particularidades que cada disciplina suma.

Además la tendencia al sedentarismo que los nuevos tipos de ocio proponen (consolas, nuevas tecnologías…), la sociedad facilita un modelo centrado en los logros individuales, frente a los que propone el deporte de carácter grupal.

Aprender a ser persona y aprender a madurar es un camino que se construye desde la diversidad (de personas, experiencias, de fracasos y victorias); el deporte y actividades deportivas son un magnifica escuela de vida para hacer “currículum emocional”.

 

Javier Rueda Ortega

Coordinador Área Social